Pájaro que vuela alto y las confesiones bajo un café
Texto Andrés Castaño
Fotos Alejandro del Estal
La noche del sábado iba creciendo en Madrid. El leve bullicio de la Taberna del Mozárabe presagiaba algo grande en el vecino Fotomatón Bar. Un lleno total. Un público entregado desde el primer momento. Unos teloneros de lujo. Ana Franco, con su precioso proyecto Coffee & Wine: en una mezcla de neofolk con aires alternativos y ‘sui generis’, acompañada de su guitarrista Andrés Cabanés.

Coffee & Wine parece una declaración personal y un alegato vital de la propia Franco, todo ello lleno de introspección y mucha ligereza, que nos mece en sus tribulaciones y en sus percepciones. Y una voz que llega, que suena profunda, que nos sugiere, nos espabila y debate sobre las cuestiones del vivir, mientras nos colma de una pausa ante la marea que arrecia.
Presentó una canción nueva, “Mockingbirds”, como primicia exclusiva de lo que será su próximo disco, en proceso de gestación. Y eso pese a la resistencia de las exclusivas de su guitarrista. Se centró en su larga duración ‘From the Ground’ (Manderley Music, 2012) disco producido por Yuri Méndez, que contiene auténticas perlas en forma de canción como “Fear of the Light” donde recuerda a Joni Mitchell, la desolación de “Why You Why Now” que bien puede recordar a una Sharon Von Etten en calma, la suave alegría de “Dinda”, la descorazonadora “Uppers And Downers” y la revolucionaria “Adan” en español. Dedicaron a Méndez su “Summerface”, un tema del segundo disco (doble) de Pajaro Sunrise, ‘Done / Undone’ (Lovemonk, 2009). Un aperitivo bien mezclado, y mejor aderezado, para lo que vendría después. Ganas de más, y de nuevas catas de Coffee & Wine.

Yuri Méndez se escondía en una bufanda de invierno y un gorro de lana, cual crooner norteamericano en pleno invierno nevado, para disimular su timidez, como queriendo restar importancia al envoltorio para ir al grano: a sus canciones. Y es lo que tiene la gente con talento, los creadores sustanciales, que quieren pasar desapercibidos. Sin embargo, nadie puede pasar como si nada iniciando un concierto con las atmósferas de viola (de Javier Jiménez) y esos vibratos vocales para arrancar con “Into the Sunset”, la canción que abre su último disco ‘The Collapse’ (Lovemonk, 2016) y meterese en faena creciendo desde abajo y desde una fórmula acústica en formato dúo y reduciendo su fortaleza compositiva a lo esencial, sin por ello perder un ápice de su grandeza.


Pájaro Sunrise crece como el sol de invierno, aportando calor frente al frío del entorno. Despachó con gusto y buen hacer buena parte de la magnífica colección de canciones que engloban ‘The Collapse’. Disco con voluntad de empezar desde lo bajini para llegar arriba sin ningún aspaviento.
Sus composiciones tienen la delicadeza de los grandes trovadores, esos cantautores anglosajones a los que llaman crooners o songwriters, adoptando por momentos el pulso vital del pop, con los matices del baladista. Humilde, sin afán de protagonismo ventila las presentaciones con humor y desparpajo. Recupera canciones del pasado como “086”, “No”, “Song for Evangeline”, “Old Goodbyes” consiguiendo que el público corease un “la ra ra” muy logrado, “Kinda Fantastic”, la pieza a lo trip-hop de “Two of Us” o “Sunday Morning Birds” de su disco de debut, entre muchas otras. Todo ello en ese formato acústico, con los arreglos de viola y en una fórmula íntima, reducida a la estructura de las canciones de Méndez, pero igualmente arrebatador.
El sábado 22 de abril toca con banda en la sala El Sol, con todo el esplendor de su sonido. Ahí los teclados, el momento soul-funk-disco-pop triunfará por mayoría.
La intimidad y la cercanía de los acústicos del Fotomatón son el lugar ideal para esa comunión entre público y artista. Para activar el dispositivo catártico. Y que la cosa no cese. Música para arropar sentimientos raidos, desgastados por la inclemencia de los tiempos.

Pájaro Sunrise tiene la capacidad de sobreponerse a los estragos, de regocijarse con los elementos pese a la desolación, superar el poso amargo y quedarse con un regusto de esperanza. La música es su elemento, aunque ya desvela las condiciones de penuria de los profesionales del sector. Y pese a ello seguir porque la convicción no se abandona. El pájaro que se levanta con el sol y que no cesa de cantar, de despertar nuestros sentidos.

Sus cantos llegan lejos, ‘The Collapse’ colecta buenas críticas hasta en los Estados Unidos (véase The Huffington Post edición US), ¿aún no ha cerrado las fronteras culturales Mr. Trump? Nadie es profeta en su tierra. Pero el Pájaro sigue ahí, creando y creando, y quiénes le descubren, lo gozan y se quedan. Aquí hay mucha diversidad musical y mucho talento por explorar.
Texto Andrés Castaño
Fotos Alejandro del Estal